Que nadie entienda lo que buscas.
Ni hacia donde te diriges.
Vístete de lo sobre-común disimulando tu sobre-humanidad.
Y
que lo humano común no tenga la menor idea de lo que en tu vida pretendes.
Ni a
quien amas silenciosamente.
No des ni una pisca de oportunidad a que se entrometan en tu
vida y,
como saben hacer bien, como nada mas en sus vidas,
fisgoneen y
destruyan solo sus propias sombras.
Porque cualquiera apunta y cuestiona lo que no comprende.
Pero sin fundamento así mismos se pierden, se enredan y se
hunden.
Tú presume de ti mismo con una leve sonrisa cuando alguien
divulgue sus victorias entre muchedumbres, sin hacer mención de que tus logros
fueron más tempranos y tu satisfacción fue pura.
Sin vanidad ni vanagloria.
Persuade a ese reflejo del espejo lo completo que eres en un
mundo que se mofa por lo vacío.
Roza sin destreza y con plena calma las cicatrices en tus
brazos. De tus manos.
Cuando la felicidad ajena apesadumbre a tu alma intenta proseguir
aunque sientas que todo te falta, porque puede que también sientas que lo feliz
huye de ti por no ser digno y te sentirás menoscabado.
Asique piénsalo bien y tras sentir el relieve de tus heridas
cerradas, el tacto te hará sentir que tu felicidad no es vana.
Percátate de cuanto ha costado tu paz.
Cuantos golpes y cuanta sangre.
Cuantas vendas carmesí desnudaron tu debilidad, y se
cerraron con fortaleza.
No haz llegado por mero sentimentalismo. Ni porque los días pasaron sencillamente porque los dejaste
avanzar. Fue a ti mismo, que cansado de todo, decidiste ser darte la oportunidad de ser mas fuerte, tal vez un poco
mas frío... Pero te convenciste de que el día terminaría con o sin ti.
Y optaste por avanzar de cualquier forma.
Eso te hizo mas fuerte, porque aunque pensabas que era
debilidad, superaste el trauma de vivir cada hora diaria en la que te perdías a
ti mismo cada minuto cuestionándolo todo.
Y dejando que el día no te derrotara y se fuese por si
solo… te despojaste del mal y venciste antes de llegada de la noche...
Y dormiste bien.