del Libro original Clanlac Proyect.-
Capítulo III
“LA CRÓNICA DEL MAIZAL”
Episodio uno
"Introducción a
nuestros males"
“Si no buscas a Dios
para sacar tus demonios, viene el diablo a imponer los suyos, y apartarte de
Dios” - Nota del
escritor.
Hace 7 años.
Yacía un muchacho dentro de una choza,
esperaba el momento adecuado para traspasar la rocosa acera cubierta por
cenizas.
La fría y espeluznante niebla flotaba cuán
humo negruzco, amenazando y envenenando el aire.
El muchacho, cubierto por un
manto muy pesado y sostenible, de liza y fina especia por dentro, espinosa e
hiriente como látigo por fuera se movía como una sombra en la noche.
Superando la niebla; parte del camino,
consiguió introducirse hasta las “maizalosas
tenebridades” del campo grisáceo.
Este lugar era evitado por la gente ya que
el maizal no daba fruto, pero mantenía su creciente vitalidad, como una hierba
extraña que se alimentaba de lo escaso de la tierra, pero resistía y más aún,
el muchacho la ventaja de que la niebla no traspasaba el denso maizal por
alguna extraña inexplicable razón.
No llevaba consigo luz alguna bajo el
manto, sino una pequeña daga de colores múltiples en su empuñadura. Su filo era
corto, pero su daño irremediable. Reunía semillas de ese lugar e insectos, a
veces roedores con poca suerte y de vez en cuando, con mucho esfuerzo, una
buena cantidad de semillas, pues la tierra casi infertil las devolvía.
El muchacho, cubriendo su rostro y sacando
solo las manos del frondoso manto, reunía semillas silenciosamente. Estaba
varado entre las delgadas columnas de maíz que se balanceaban al son de viento
cuando fue testigo de unos seres que se reunían a los pies de un monte, éstos,
rodeados de cadáveres, restos de animales y otras cosas de fuerte hedor,
alzaron juntos sus manos y comenzó a materializarse de sus mismos cuerpos un
enorme crucero espacial con un sonido estruendoso y potente que le causo tanto
dolor de oídos que tuvo que cubrirlos.
El muchacho se vio obligado a aferrarse a
las raíces debido al fuerte viento que le sobrevenía, fue en ese instante cuando
vio traspasando la noche su universo de finta, su vestido, su camuflaje. La gigantesca
nave traspasó su vista en dirección al
norte. Su enorme espacio ocupando el inmenso cielo nocturno estremeció al
muchacho de pies a cabeza. Tras la nave le seguían un centenar de luces mas
pequeñas, veloces. Una sola de ellas se quedó en el maizal y adoptó la forma de
un manto y así cubrió a un espantapájaros, éste, moviéndose antinaturalmente,
observó frente a sí a una anciana, el chico pensaba que habrían de asesinarla,
pero el ser le reconoció y hablaron.
- Amo Virzall, los cuerpos están
en la mesa, ¿gusta servir?
- Quiero almas, y no cuerpos de animales.
- Carne humana esta vez, amo. Sígame. - Le
guió la anciana. - Sobre las almas. Aquí no hay mucho por hacer si no hay vida.
- Las que quedan.
- Sera difícil para una vieja, pero si me
diera sangre nueva, esta conversación sería sobre cantidad de almas que quiere,
amo…
En la antigüedad solo se les conocía como
objetos voladores no identificados. Luego comenzaron sus avistamientos masivos
y no se detuvieron, cada luz o enorme nave aparecía de la nada y desafiando la
leyes básicas de la física, con el sonido de su “motor” traspasaba la noche de
golpe y se dirigía desde donde quiera que estuviesen, hasta las enormes puertas
del Absolutismo.
Eran los seres espaciales que salvarían el
Planeta de las mismas personas. Al menos esa era la publicidad local del mundo
contemporáneo y todo el mundo esperaba eso por que la TV se los daba de comida y la multitud lo tragó de lleno. Pero el
chico siempre supo que no venían del espacio y que no eran salvadores. Y aunque
no lo comprendió todo, aprendió que era parte de algo mucho mas complejo y
mucho mas grande si conocía su origen, si obtenía respuestas.
Todo lugar por el que se avistaban dejaban
un rastro que de muerte y contaminación, sin mencionar desapariciones,
mutilaciones de animales y eventos que surcaban el mal y corrompían las tierras
y a los animales.
.
- ¿Usted cree? - Preguntó el muchacho en seco al notar una cruz algo
ladeada, hecha de dos trozos de madera y hierbas de diferente tallo que colgaba
del cuello de la anciana como una especie de amuleto o algo parecido.
Notando la mirada fija del chico en su colgante, la anciana contestó;
-
¿En Dios...? Claro que si.
Y elevando ambas manos sin quitarme su ojo y medio
de encima se le acercó con una sonrisa poco jovial. - Pero no trabaja aquí en
todo el año, mocoso ¿Entiendes, no?
- Puede ser. ¿Eres anatema o como una especie de pitonisa? –Asumió el
chico mientras alejaba su rostro del de la anciana ya que ésta lo olfateaba muy
de cerca. Fingiendo que ponía atención en las paredes del interior de la casa
el chico se le hizo a un lado.
- ¿Qué lo uno y lo otro no son lo mismo? -Luego murmuró:
- Y si así lo fuera, ya
pareces tener una idea de dónde te estas metiendo. Eso no es común. ¿Que
quieres tocando a mi puerta, enano? – Exigió saberlo con tono imponente.
Regresando la vista hacia ella, el chico notó que la mujer mayor solo
media como cinco centímetros mas que él, pero como era senil y encorvada omitió
discutirle lo de enano.
- Es que... busco algo a lo que usted parece no tener miedo, o mas
bien, no le hace lo que a otros hombres, o animales…
- Oh, ya veo. Yo no te doy miedo, pero hay algo que si entonces...
¿Adivino?
Acercó su mano a su mejilla y con la uña maltratada de su dedo
índice rascó cerca de su verruga. - Creo saber a que vienes, mocoso. Asique
primero que todo aclaremos un par de cosas. - Aseveró ella. - Primero, prefiero
el término espiritista, con un toque sociópata. Si me llamas bruja o algo así
haré que engullas ranas hasta regurgitar. Segundo, cuando vas a casa ajena y
desconocida traes un presente si quieres algo a cambio. Tercero, si vienes a mi
casa procura cambiarte al menos los zapatos con los que vas a la iglesia,
apestas a culto de domingo. >>¡Tchzp!<<
Dicho sus términos, la anciana miró tan fijamente los zapatos del
muchacho que éste sintió la presión de quitárselos. Asumió que era como un
desafío asique se los sacó y dejó a un costado de la entrada quedando con los
calcetines agujerados a plena vista.
- Vaya, te tomas todo muy literal, mocoso. Eso me agrada eso por que lo que veras será muy literal.. Puedes
entrar, y ponte tus zapatos, apenas es martes, pero es cierto, hueles a
religión y pan de pascua. Me enferma.
- Lamento eso, la aldea es creyente y pues... hace poco yo tampoco
creía en algunas cosas, hasta que me topé con “algo” hace un par de noches. A
usted la vi después. Es por lo que no pude evitar venir.
La anciana dejó un par
de trapos colgando sobre la hoguera, oyendo al muchacho tomó asiento y le dijo;
- Veo que no eres ignorante de lo espiritual, pero también veo que
estas totalmente cegado de escoger un bando, mocoso.
- ¿Puede enseñarme lo que hice para llamar a eso de hace unas noches en
el maizal? Sin que me lastime o algo peor...
- Cuidado donde metes tu nariz.-Y Tomando un cuchillo de la mesa apuntó
a la diminuta nariz del chico que no presintió peligro alguno de la anciana.
- Con todo respeto. Usted no llegó a ser quien es guardando silencio ¿o
si?
- Dime tu nombre, mocosito...
- Al..(¿Mocosito? Hm...) me llamo Yhaeld.
- ¿Yhaeld? Eso no es común... -Dejame mirar.
La anciana con un aspecto sombrío extendió su mano hacia el chico y una nube negra lo cegó al instante. La bruja escudriñaba su mente mientras marcaba al chico.
- Israel, ¿Eh? Entiendo que evites mencionar un nombre tan osadamente
obvio de un mundo religioso caído. Pero aquí no podrás ocultarnos nada, mocoso.
El muchacho apenas terminaba de revolcarse y oyó a la bruja otra vez; - Por el contrario... ¿Qué religión profesas? ¿De donde vienes, Erm... Yhaeld?
- No soy religioso, eso es cualquier estupidez que inventaron las
personas del viejo mundo por algo contraproducente para el alma. Mi nombre
proviene del pueblo que vio nacer el verdadero y único Camino en Evangelio. -
Protestó sin una gota de inseguridad, asombrando a la anciana, causando intriga
en ésta que le escuchaba atentamente.
- Y… pues. Yhaeld es mas bien un
seudónimo debido a la pronunciación. En mi aldea hay una pequeña chica llamada
Nana Belén que al decir ese nombre suena a Yhaeld.
- Una respuesta válida renacuajo, pero igual me importa un comino. -
Dijo dándole la espalda un segundo mientras se reía para sí. Luego le advirtió. - Ven conmigo, y no vuelvas a
intentar mentirme. Ni digas sermones sobre tus lecturas matutinas. Mejor conserva
tu lengua y conservaras tu cuello, a no ser que quieras tu lengua de corbata.
Estás en territorio inmundo ahora y viniste por tu propia cuenta. Aprende.
La curiosidad es
algo que al ser humano lo ha llevado a lugares que
no debería escudriñar.
Ese es el detalle
que nadie se detiene a escuchar. Por que es mas fácil vivir tranquilo con un
demonio adentro que vivir con Dios en el corazón y arrodillarse. Es mas
sencillo saber que el diablo espera en la esquina de siempre y que no hará nada
si exiliamos a Dios de nuestra casa.
Así muchos viven
creyendo que evitando a Dios evitaran que el diablo se enoje con ellos y les
mate.
- ¿Cómo puedo llamarla? Sino hay problema en decirlo, claro. - Aminoró
su pregunta después de haberle ocultado su nombre real a la anciana.
Ésta estaba muy abstraída por la manera de ser del “mocoso” pues hacía
caso en cada palabra que la anciana decía y, a pesar de saber en lo que se estaba
a punto de meter, a ella le extrañaba que el chico mantuviera un rostro tan
carismático desde que tocó a la puerta de su choza.
- Mérida. Pero no te incumbe, solo refiérete a mi con palabras y ya. –
Respondió secante mientras dirigía al muchacho hacía la parte de atrás de su
hogar que daba a los pies de un empinado bosque.
- Entiendo. ¿el espantapájaros tiene nombre? -Preguntó mirando en
dirección al maizal.
La anciana se detuvo y acercándose lentamente le cuestionó; - Dime...
Mocoso ¿Cuanto viste esa noche?
- Hasta cuando el espantapájaros oyó su pregunta y volvió a su lugar.
¿Si le respondió, verdad?
- ¡Me lleva el demonio otra vez! No quiero tener que matarte y tirarte
al escusado de Virzall. Y No es por generosidad. Me enferma la sangre de
creyente.– Suspiro extenuantemente mientras con una mano tomaba un hacha y con
la otra rascaba su cabeza pasando a quitarse un par de cabellos grises. - Notaste
algo asique dime ¿Qué oíste?
- No vi nada mas, señora... ni oí nada de mi incumbencia.- Apretando su
garganta.
Ella se lo pensó un momento y luego soltó el hacha. Se dirigió al cerco
que separaba el bosque de lo que era su “propiedad” cuando tomó un palo, lo
frotó en sus manos por un rato y luego partiéndolo por la mitad dijo;
- Te advertí que no me volvieras a mentir.
El rostro de la anciana oscureció de repente mientras una sombra
parecía poseerla. Algo de hedor muy fuerte estalló en el aire y el chico
entonces reaccionó enseguida.
- Pero es mi verdad. -Dijo con cautela. - Solo el espantapájaros me
interesa y su manto. El resto no es asunto mío, la haya visto hacer algo mas o
no. Eso no me incumbe.
La sombra entonces se detuvo, y aunque en ello el rostro de la anciana ya
parecía algo inhumano por la tonalidad grisácea de su piel y los ojos levemente
anaranjados, dijo;
- Que no molestes sino es para comer...
Y no mató al chico
volviendo a su normalidad.
- Buena respuesta otra vez y justo a tiempo. Mocoso. Sígueme. - Y prosiguió
caminando mientras el chico dio un prolongado suspiro.
- Dime otra cosa ¿Qué quieres
con el espantapájaros? Se nota de lejos que estas desesperado por saber de él.
- Quisiera… hacerle una pregunta sin que me mate. Si fuese posible. –
Sonrió el muchacho.
- Puedes hacérmela a mi. Aunque no te prometo nada.
- Perdón, señora. Aunque se lo pregunte a usted, que conoce del mundo
que no se ve a plena vista, solo sigue siendo humana, algo como "eso"
sabrá mas al respecto.
La anciana abrió el cerco y haciendo a un lado la madera podrida que
apenas se sostenía dejó pasar al chico primero, no sin antes preguntarle:
-
¿Realmente eres de por aquí, mocoso?
- Si, de por aquí cerca. La segunda aldea que está por la rivera
Tincaú. La que desciende del Volcán o así dicen.
- Hmm... de acuerdo. Si quieres entrar en el juego de la vida y la
muerte es cosa tuya. Después de todo, hasta Adán tuvo curiosidad del fruto ¿No
es así? De acuerdo. Quiero que asciendas este bosque y para cuando encuentres
un jardín procura traer un pájaro, vivo o muerto da igual. Solo tráelo a este
mismo punto. – Dijo cerrando el cerco tras el chico. – Una vez tengas el ave
pasa primero a mi casa cuando vengas. Eso es todo, ahora lárgate, estaré muy
ocupada. No quiero que me estorbes.
Dicho aquello. El muchacho miró el empinado bosque, regresando la vista
a la anciana ésta ya no estaba. Observó que había una especie de fango del que
nunca se había percatado, ya que ese maizal solo lo había usado antes para
esconderse cuando jugaba con chicos de otras aldeas cercanas. Ese fango parecía demasiado disuelto en colores extraños y esa bruja
parecía conocer mas de lo que el chico apenas imaginaba. Mirando cuesta arriba
y apoyándose con las ramas, se adentró mientras sacaba de su bolsillo un pequeño
cuchillo de empuñadura multicolor.
Episodio Dos “AMBICIOSO”
Abrir los ojos y percibir demonios no es un don. Te paralizas de la
nada, agujas merodean de tu piel, apenas si respiras y ellos juegan. Simplemente
se divierten y lo ignoramos. Son ataques repentinos.
Si no eres creyente, si no haz echado mano de ser un hijo de lo que
ofrece Dios Padre... Pues solo eres un muñeco con un espectro como piloto de tu
vida, un espectro que ni siquiera sabes que existe dentro de ti. Eres diversión
para espectros que revuelven tus pensamientos como una cuchara revuelve
una sopa.
Ver a uno es algo que a nadie debería ocurrirle. Pero ese
encuentro lamentablemente ocurre. Y varios son los que lo viven como una
experiencia que muchas veces se trasforma en un trauma recluso, muchos son los
que ven a su propio espectro y lo silencian, a su propio demonio manipulador de
su vida.
Pues ven en si mismos ese fallo colateral como personas que tratan de
hacer el bien.
A la mañana
siguiente.
- ¡¡Aquí está el pájaro!! - Avisó tocando la puerta con el pie.
- ¿Hm? Bien, entra, tráelo y dejado aquí. -Dijo refiriéndose a un
sartén sobre la mesa. Empujando la puerta, el chico notó que la anciana
cocinaba algo que parecía caldillo.
- Hola, mentora. –Dijo sonriendo con el rostro maltratado, signos de
haber pasado una noche difícil - No será una buena idea. Se escapara.
- ¡¿Qué acaso lo traes vivo?! – Exclamó la anciana soltando el cucharon
y acercándosele.
- Vivo o muerto da igual, eso me dijo.
- ¡Tsk! Es solo un término expresivo, mocoso. ¡Dámelo! La mejor forma para
que un pájaro no se eche a volar es partiéndole el cuello. (Explicaba
mientras lo hacia)
- ¿Pero qué haces? ¡NO...! – El chico se exaltó de tristeza. - ¡Cielos!
¡¿porque así, bruja?! ¡Estuve todo el día subiendo esa cuesta y toda la noche
tratando de atraparlo!
- (¡¿Bruja?!) No me digas, y mientras lo traías entre tus manos apuesto
a que cuidabas también de no apretarlo demasiado ¿verdad? Me pregunto si le
habrás alimentado con migas de pan cuando descendías del bosque. Pues óyeme
bien, iba a morir de todas formas y es la primera vida que se cobrara por tu
causa.
- ¿De qué hablas? ¿Se me cobrarse por quién?
- No te extrañes llegado el momento del coste jajajaja. – La anciana
estalló en carcajadas mientras lanzaba al pájaro sobre la mesa. - Valdrá la pena
o tal vez no lo pienses así después pero hablaras con el espantapájaros
Jajajaja Eso es lo que te importa ¿no?
- Si, pero...- Agachó la mirada.- ¿Cuándo será?
- No te impacientes, mocoso. - Advirtió mientras desplumaba al pájaro y
echaba solo partes específicas de sus entrañas junto a otras rebuscadas plumas y echaba todo a un sartén con harina y otras cosas extrañas.
- Lo
veras pronto, una de estas noches quizá si él lo desea o tal vez más pronto que
el alba, pero primero aspira esto.
Se acercó con desconfianza en tanto el humo parecía emerger con mas
fuerza del sartén. Entonces la anciana agarró con fuerza al chico del pescuezo
y lo acercó, éste murmurando quejas terminó aspirando del humo que salía de la
mezcla de sangre y plumas, entre otras funestas cosas de olores mas fuertes.
Al principio olía a una terrible humedad, pero luego comenzó a sentir
que se ahogaba, entonces el chico sintió algo mas, como si algo muy grande se
parase justo detrás de él y recibiendo un golpe de algo incorpóreo muy pesado
lo dejó tendido en el suelo al instante. Apenas pudo divisar que Mérida se le
acercaba sonriente con un detalle sarcástico. Pudo notar que a su sonrisa le
faltaban mas dientes de los que el chico pensaba. Entonces la anciana dejó el
pájaro desplumado frente a su rostro; éste aún estaba vivo, agonizando.
Ahogándose en su propia sangre, exclamando un gorjeo imperceptible de
sufrimiento al ser desplumado. Esa fue su primera clase.
- Estas dentro, niño. - Dijo mientras retrocedía lentamente y el chico
perdía la noción.
Esa tarde despertó desorientado. El cuidador del chico lo había estado
buscando toda la noche y cuando llegó a la aldea recibió una dura tunda de
aquellas. Pero algo sentía diferente en su interior. Como algo pesado que le
acompañaba era difícil de explicar para él. Pero se percató de que un manto le
cubría.
Días mas tardes.
- ¿Porque una imagen entonces? – Preguntó el chico con curiosidad.
- Les decían fotografías y solo era para hacerle creer a la gente que
es lo que se usa para lanzar el maleficio, a veces un botón, otras veces
cabello. Traían hasta orina si se lo pedíamos, la gente ignorante es utilizable
por cierto.
- Entonces es la intención, y el objeto solo un puente, pero
¿Maleficio? No comprendo como funciona.
- jajajaja Así es, me agrada que aprendas rápido. Esa palabra solo es
otra forma de decirlo, chico. Ven, toma uno de los huesos que hay en el pocillo
sobre la mesa. - Me ordenaba con menos reclamo que antes. - ¿Que animal
trajiste hoy, mocoso?
- Aquí tiene. Una golondrina. Ya esta muerta.
- Bien hecho. En el jardín se esconden los ejemplares mas hermosos de
aves y todas le saben deliciosas, sin duda le gustara al espantapájaros. Ahora
sabes lo que tienes que hacer. Desplúmalo y cuando se quemen las plumas al
mezclarse, respiras el humo. Cuando despiertes ve al maizal a ofrecerlo de
noche.
- ¿Es necesario que la lleve en el bolso?
- Da igual, llévala en la mano, lo importante es que cuando estés
frente a él, se la ofrezcas inmediatamente, así no te acatará mientras
reconozca el olor del sacrificio. Tal y como te lo enseñé.
- De acuerdo. - Dijo sin pensarlo mucho.
- Iré a buscar mas hiedra y leña, te veo mañana, quizá. Me dirás como
te fue.
Hizo lo que debía hacer y luego de unas horas se levantó del piso en el
que estaba tendido, pues el humo que respiraba del sartén ya no le provocaba
desmayo, pero aún le hacia tambalear asique se sentaba en el suelo tranquilamente.
Tomando el ave, cerró la puerta de la casa de Mérida y se adentró hacia el
fango y el maíz seco.
Una vez en el maizal, se acercó al fango en el un metió la mano y
esparció el barro en su ropa, luego se dirigió hacia el espantapájaros.
Con la golondrina en el bolsillo impregnada a ese maloliente fango,
caminó avanzando mas y mas. Mirando hacia el cielo las estrellas eran
grandiosas y la luna era lo mas impresionante, hasta las oscuras nubes se veían
blancas y luminosas.
En ese momento, ese
instante en donde tus ojos comunes y corrientes traspasan la barrera entre lo
terrenal y espiritual. Ese frío e interminable momento donde tus ojos
ven lo que no debería estar ahí. El cuerpo no responde, no
puedes hablar, gritar es imposible y por primera vez sientes que conoces el
verdadero miedo. Sabes que no podrás deshacerte de el nunca mas.
Nadie puede ayudar, el tiempo no avanza y ese instante en donde ves a un
demonio por primera vez cambia tu vida radicalmente y para siempre.
Episodio Tres
“¡¡Del mismo
Infierno!! ”
Mirando al cielo, repentinamente una sombra paso muy rápido sobre el
chico, no argumentó al miedo y solo asumía que había sido un pájaro o esos
típicos cuervos que aparecían de vez en cuando.
Continuó caminando entre el maíz seco que lo sobrepasaba de estatura,
hasta que algo le detuvo, a su lado, a su izquierda había "alguien",
un tipo de hombre que emitía una respiración furibunda.
Estaba solo, completamente aislado de pedir ayuda y el chico bien lo
sabia, por ello ni siquiera perdió el tiempo en salir huyendo y por tanto,
reunió valor. Sacó la golondrina de su bolsillo y apenas la puso en su mano
algo la arranco en un parpadeo...
A su izquierda oyó el crujir de los huesos del ave mientras era
digerida rápidamente de un solo bocado. Luego sintió como era examinado
detenidamente por un fuerte olfateo.
La mente del chico se puso en blanco, las piernas temblaban, los
dientes le rechinaban de presión y la espina dorsal tenia un escalofríos que no
cesaba nunca un segundo.
Cuando reaccionó al oír el sonido del maíz seco romperse y caer a
tierra, se percató que frente a si había una especie de sombra, no sabía si era
piel o solo ropa rasgada lo que llevaba encima, pero los ojos de aquello le
hicieron darse cuenta que el mal tenía forma también física.
Esos ojos no eran humanos sino Inframundanos.
La respiración en su
cuerpo se detuvo y fue el momento en que el espectro acercó su mano. Con una filosa y resquebrajada uña el espectro toco su cabeza y le
marcó, goteando sangre que recorría desde su frente hasta su mentón. No gritó,
aunque gemía y el llanto estaba por explotarle en la cara. Las lagrimas no
dejaban de salir y fue cuando conoció el miedo verdadero.
La sangre que salía de la herida llegó hasta su cuello... en eso la
sombra acercó su rostro y olió la sangre en el cuello del chico. Empuñando con
temor su cuchilla, el espectro lo miró directo a los ojos, soltando el cuchillo
de su mano entonces el espectro voló.
Planeó sobre el chico
despidiendo un hedor terrible junto con una risotada burlesca. Fue entonces
cuando el chico hizo la pregunta por la cual estaba ahí pasando por eso.
- ¡¿A dónde han llevado el cuerpo de mi hermano?!!
Hubo un profundo silencio tras su grito. El cielo que le cubría se
tornó oscuro y finalmente la curiosidad mato al gato. Las respuesta del
espectro y su voz, aterradora y disforme, dejaron al chico tendido en el suelo.
Éste se acurrucó fuertemente y puso las manos sobre su cabeza cubriéndose,
cerró los ojos y comenzó a suplicar que el espectro se fuera... Que se fuera de
una vez y que no volviera nunca.
Ni él a ese lugar ni el espectro. ¡Jamás!
Al cabo de unos minutos seguía llorando y cubriéndose asimismo. Al
sentir que ya no había ese terrible olor ni sentía presencia alguna, acumuló
todo el valor posible dentro de si, se levantó y corrió lo mas rápido que le
daba el cuerpo. No sabia en que dirección iba asique corría sin rumbo fijo,
solo ansiaba volver a la aldea y estar frente a la fogata ocupando su lugar
entre las personas, necesitaba estar entre la multitud para sentirse seguro.
Tras de sí dejó al espantapájaros, ese al que jamás le tuvo miedo, sin
embargo esa noche intuyó que ese espectro yacía en aquel mismo mono de trapos y
madera.
- La vida de muchos animales se me han de cobrar en algún momento, vida
por vida. Siempre ha sido así ¿no?
- Así es mocoso. Veo que después de todo te fue bien. Pensé que habías
muerto esa misma noche pero aquí estas. Cuéntame ¿Te fue mejor que a mi? –
Preguntó la anciana buscando en él alguna marca.
El muchacho acercó su mano hacia su cabeza y apartándose el cabello le
mostró la herida..
- Oh, vaya. Es hermosa. – Dijo acercando el asiento y sentándose frente
al chico. – Ahora si eres parte del juego de la vida y la muerte. ¿Qué decides
ahora, muchacho?
- (¿Muchacho?) ¿Qué se supone que debo elegir?
- Ah, pues… Entre resistir la cegadora Luz o trabajar en la sombra, eres libre de todo
para buscar lo que sea que encuentres. Serás ayudado por espíritus sabios y a
su vez, les serás una herramienta muy útil aquí. Es eso o Virzall. –dijo la
anciana sonriéndole plácida y mordazmente.
- ¿Qué es Virzall?
- Oh, solo un Negociante. El que hará de un primer infierno tu vida si
nos das la espalda, hasta que te destripe y te arrastre al segundo.
- (¿Qu-) Como lo veo… es vivir atado o morir huyendo, bruja. - Dijo
el chico percibiendo su nula posibilidad de dar marcha atrás.
La anciana no se limitó a reírse muy perversamente.
- Me atrapaste, Mérida. – declaró el chico dejando caer sus manos
mientras la anciana con mucha calma se le acercó y lo envolvió en sus brazos, en
tanto su aspecto senil se tornaba gris y de un olor a oxido, sus ojos se
volvían cada vez mas amarillentos, su esencia se tornaba oscura, mortífera y
vil.
La bruja selló parte de su esencia sombría en él chico y mientras la
noche llegaba, la maldad también lo hacía.
Esa fue la noche mas larga y la sombra que lo cubría provenía de lo mas
bajo de la tierra.
Episodio Cuatro
“Decidir el Camino”
71 días después del rito.
A la orilla de un río.
Un joven soldado
recogía agua en su cantimplora tras un largo viaje. Abastecido y continuando su
camino dio a las afueras del terreno “privado” de una anciana.
Saltando el tronco que la anciana tenía de
cerco, se internó en su jardín, que mas bien era maleza y hierbas. Saliendo de
ahí tras notar todo deshabitado, caminó hasta que se percato de que había algo
mas adelante.
Éste se cubrió tras unas rocas mientras
observaba. Fue entonces cuando, en medio del devastado pueblo en lo que era una
plaza central vio un chico. Éste se encontraba agachado, de espaldas al soldado
por lo que se acerco sigilosamente al chico que parecía hablar una lengua
extraña mientras algo aún mas extraño parecía cubrir su silueta.
- “Ereinek Pukte. Kutek purren,
Virzall Samma Eliaj Nukrofolianek, Pukte jec.”
(Toma esta vida por este día, Virzall, no me atormentes esta noche)
Para el militar, era bastante difícil que
encontrase personas aparte de prevaricadores viviendo en aquel pueblo tan
deteriorado, pues había sido advertido de la macabra matanza que había ocurrido
en ese mismo lugar hacía apenas un par de meses, por lo que estaba para
investigar rastros y en su defecto, restos.
Era insólito hallar vida en aquel lugar.
Pero ese chico parecía mantenerse saludable. Lo único raro que Jiorg encontraba
en el chico era su dialecto y lo que escondía, por lo que procuro acercársele y
entablar conversación con él por raro que fuera.
El chico tenía hilos con sangre amarrados a
sus dedos, y en los extremos de los hijos extrañas especies de piedras del
tamaño de botones. Fue cuando el hombre notó un pájaro medio muerto y agonizando.
Descifrando así que el chico estaba practicando una especie de maleficio.
Entonces se hizo notar y al acercarse solo un paso, el muchacho
enseguida fue prevenido y miró al hombre armado directamente. Causando en el
soldado una gran sorpresa.
- No hay nada a lo que embrujar aquí,
muchacho. Soy Jota. ¿Cómo es tu nombre?
El chico volteó rápido hacia todos lados y
luego su mirada se perdió en lo mas profundo de los ojos de Jiorg, tanto que
por un momento Jiorg casi queda estupefacto, más reaccionando enseguida
reprendió al chico; - Manifiesta lo que haces. – Le apunto con el arma.
La mirada del chico era vacía, pero algo
tenía. Era confuso hasta para el soldado. Aquello que cubría al chico se
desvaneció y agachando la mirada le dijo al soldado “Huye” retomando el ritual,
hablando esa extraña lengua.
Fue cuando Jiorg oyó claramente el
significado de las palabras que el chico emitía.
- Te ofrezco esta vida culminante ha cambio
de otro día. Aléjate tomándola. Déjame en paz. Permíteme dormir y comer.
El ave entonces murió y el chico se acercó
a Jiorg. Éste apuntó su fusil al chico tocándole la frente con el arma.
- ¿A quién le ofreces esas vidas? – Exclamo
notando que habían muchas plumas de diversas especies alrededor del pueblo.
-¿Qué es lo que haces, niño? ¿Sabes qué ocurrió a las personas de aquí, verdad?
El muchacho miro a Jiorg de manera muy
perspicaz. Como viendo a través Jiorg una posibilidad o una tragedia y le
dijo; - Sobrevivir. Y si lo sé, pero no
debería estar aquí. Mérida podría enojarse y maldecirlo. Eso no sería bueno
para usted.
- ¿Qué haces, niño? Cuéntame. –Se acercó
acerco bajando el arma e ignorando la advertencia del muchacho y sentándose a
su lado mientras acomodaba su arma a un costado.
- No lo creería de todas formas. Por eso no
es bueno que esté aquí. Por su vida, márchese. –Dijo el chico alejándose.
- No pareces temerme niño, a pesar de no
conocerme y estar armado, tampoco temes matar. – Visualizaba mientras le seguís
y le charlaba. - Pero si temes a esa tal Mérida. ¿Puedes decirme quién es?
- Mi mentora. Pero ella no sabe que estoy
aquí y será mejor que tampoco sepa que usted lo está. Odia a los no invitados.
Regrese y no esté aquí para el anochecer o percibirá su olor.
- Aunque quisiera recibir tu consejo tengo
u—
En ello, vio como detrás del muchacho, el
pájaro sacrificado comenzaba a levitar. Nada le sostenía, solo se elevaba como
arte de magia ante la prerrogativa del soldado viendo como si algo se comiera
al ave mientras desaparecía tras ser devorada. Como reflejo, el soldado recogió
su arma.
El muchacho se vio obligado a
reaccionar y le suplicó que no lo hiciera, pero el soldado disparo tres veces
antes de que el chico pudiera hacer algo para evitarlo. Los cuervos
revolotearon dando fuertes graznidos mientras una sombra se hizo visible ante
el soldado por un momento escupiendo el pájaro. Ésta sombra entonces de a poco
se desvaneció.
- ¿Pero qué has hecho? – dijo el muchacho
retrocediendo, sentándose de golpe en el suelo. – Lo ha rechazado… ¡El
sacrificio lo ha rechazado! ¡He matado por nada! ¡Vendrá!
El soldado se iba a acercar al muchacho
para calmarlo pero entonces a su costado apareció una anciana con una vara del
doble de su tamaño en su mano dirigiéndose al chico; - Él será tu ofrenda,
mocoso. Así aprenderás a no tener piedad de los hombres y conocer tu lugar. – Dijo
permitiendo que su cuerpo fuera tomado y comenzó a cambiar de aspecto.
- Por Dios, dime ¿qué rayos tiene la abuelita? - Expresó asustado y anteponiéndose al chico.
- No es ella justo ahora. –susurró el chico
incorporándose. - Y lo que viene no es bueno.
La anciana, apuntándole al soldado con su
vara, hizo que una especie de sombra comenzara a emerger de ésta mientras los
cuervos caían muertos desde el cielo, advirtiendo al hombre de la amenaza que
era para él y el muchacho que le acompañaba el quedarse.
- ¡Niño quiero que corras! Tu abuela definitivamente
está enferma y no quieres contagiarte. – apuntó a la anciana con su arma
directamente al rostro.
- No puedes matarla. – dijo el muchacho
dejando al soldado con la boca abierta. - Cumple cuatrocientos veinticinco en
una semana.
La anciana elevó su vara y
dejándola caer rápidamente atacó al soldado. Éste no recibió el golpe de la
vara, pero algo lo golpeó muy fuertemente lanzándolo por los aires,
provocándole heridas muy serias en el pecho. En el piso tendido, sintió un
ardor muy extraño en su pecho, al notarlo, vio su vestimenta rasgada como si un
animal muy grande lo hubiese atacado.
- Hagamos el pacto. – Se interpuso el
chico. – Él no es un sacrificio. No mataré humanos.
- Míralo, mocoso. Es un soldado. A
asesinado a humanos mucho antes de que tú nacieras. Merece morir. –Exclamo el
espectro a través del cuerpo de la anciana.
- Un pacto no se rompe. Tu nombre es mío.
La anciana entonces guardo calma a la espera
de la decisión del muchacho. Éste pronto sacó el cuchillo multicolor de su
bolsillo y apuntó a su palma izquierda en señal de Pacto de Sangre. – Mi nombre
es Yhaeld. – Dijo Cerrando sus ojos.
Si el chico sangraba, estaría atado de por
vida a servir las ordenes de la anciana puesto su pacto era el acierto de la
bruja.
Pausadamente el chico
acercaba el cuchillo hasta su mano, temblando. Cerrados sus ojos aún entonces,
vio con una claridad sin igual la mano de un gran hombre.
Como la de un Rey.
- ¡¡¿PA-P-PADRE??!!
- Prometo ponerte a salvo. – Interrumpió el
soldado. – Solo tienes que venir conmigo. No tienes que pactar nada si ya posee
tu verdadero nombre. Puedes vivir con eso ¿no?
Y aprovechando el descuido, disparó a la
anciana tardando una eternidad ésta en caer al suelo luego de resistirse a
morir. El chico fue el más asombrado puesto que no lo sabía, pero ese era el
sacrificio que Virzall había exigido ese mismo día.
Jiorg declaró al muchacho que era libre de
acompañarlo o quedarse, pero ahí ya no había mas que hiedra seca y fango. El chico dejó todo lo visible atrás, apenas
llevó consigo su prenda de vestir y su cuchillo de bolsillo. Pero muy pronto en
el viaje ambos se percatarían de que no importaba la distancia.
Esa noche el espantapájaros se llevó el
cadáver de la anciana. Y un espectro perseguía constantemente al chico,
atormentándolo desde el último sacrificio que ofrecía a éste mismo para que le
permitiera dormir y comer.
Con el tiempo Jiorg comprendió mucho acerca
de las fuerzas espectrales y lo que parecía imposible, tras el desespero y
ansias de querer ayudar a ese chico, encontró la respuesta que buscaba. En una sencilla oración al Cielo muy de
madrugada Jiorg notó que la luz del sol se movía levemente y prestando mas
atención en el horizonte vio con mas claridad que aún no amanecía, sino que un
ángel irradiaba una poderosa luz y en sus brazos traía de regreso al chico
luego de haber sido arrastrado lejos por un aparente bestia o algún perro
salvaje. Posteriormente Jiorg decidió su camino renunciando a la milicia y
aprendiendo a combatir espectros frente
a frente siempre que posesionaran el cuerpo de un huésped. Así viajó con Yhaeld
en un principio, posteriormente solicito a Rogert que lo cuidara y que viajara
constantemente con él, así no atentarían contra el niño.
Así como
los ángeles en el cielo bajan a la tierra para cuidarnos y apoyarnos
en nuestras luchas.
Así mismo los
demonios del inframundo suben a este plano para cubrirnos de sombras. Sombras
que desconocemos y Que ignoramos que existen.
Mas ellos nos
ven y llegado el oscuro momento... No querrás volver a abrir los ojos
durante la noche.
Pero tendrás
que hacerlo te agrade o no. Pues mientras no decidas un bando, seguirás
siendo presa, y el cazador... está siempre al asecho.
Como león rugiente, buscando a quien devorar.
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La Crónica de un Visionero.
Crónicas de una sombra.
La crónica de los Vivos.
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- Cuando Los Ángeles Nos Llevan Al Cielo.-