Muy Estimada Vecina Erica.
Primero que todo lamento haber cesado la comunicación, la
verdad es que tengo un celular que funciona solo cuando le place y no he
considerado comprarme uno hasta la fecha, hasta en el trabajo tienden a llamar
a mis hermanos para contactar conmigo.
La cuestión es, que desde que visite la Iglesia no he dejado
de pensar en aquel mensaje. “Recuperar lo perdido… principalmente la Fe”.
He tenido serios problemas con mi persona, he querido
cambiar y cada vez que lo intento, pues… termino despreciándome un poco. Lo sé,
eso no hace ningún bien.
Me he alejado hasta de mis más cercanos, honestamente no
comprendo que tipo de vida estoy llevando y me desespero, he pedido tanto a
Dios que me quite de este mundo que siento no vivir, vivo como un zombi apenas
y los días me son tristes.
Quisiera ser más alegre, de verdad no se que me pasa. He
estado como un vagabundo todo el año, no he hecho amigos. Terminé mi relación
apenas llegue a Temuco pasado la visita a Su Hogar. Pero considero que eso
estuvo bien. Francamente estar con alguien solo para evadir la soledad no es
Amor. No, no de mi parte, de ella.
Pero, desde esa fecha, me he sentido profundamente vacío. Ya
no ceno con la familia, suelo desayunar solo o gran parte de los días de la
semana ni siquiera me siento a la mesa.
Espiritualmente me siento como una ola. Orar nunca es
suficiente y la tarea nunca se ve concretada.
Hace una noche atrás tuve una especie de sueño:
“Me veía en un lugar cenagoso. Lleno de arbustos y tenía que
prepararme para una batalla. Era con un mismísimo Dragón que tenía que pelear.
Un viejo granjero con su perro me llevó al extremo de una colina, a un
deteriorado granero donde debía equiparme, no habían mas que un par de arboles
y mucha paja.
Le pedí a ese viejo si tenía una espada y me dijo que lo
esperara. Se encaminó hacía una choza que estaba muy debajo de la colina, en lo
que entraba a buscarla, un león apareció de entre la maleza pero no le hacía
nada al granjero o a su perro. “Andaba como león rugiente buscando a quién
devorar” y entre olfateos se dirigió hacía el granero en que yo me encontraba.
Asustado, decidí subirme a uno de los árboles y así pude esquivar al León. Pero
tenía miedo y estaba algo cansado.
A un extremo fuera del granero (pues estaba éste estaba
cercado como cualquier granero por alambres) el granjero traía una carretilla
con varios implementos.
En ello, el dragón hizo su aparición y yo debía tomar la
decisión de “cómo” combatirlo.
No lo hice.
Me solté de árbol y me deje caer.
Ni siquiera considere la batalla, simplemente me dije;
“Estoy cansado”.
Me deje morir en un sueño y se que eso también es parte de
lo que vivimos diariamente. Se que estoy solo.
Tengo algo que me ata a guardar silencio.
Si hablo, apenas digo palabras con zozobra y desaliento.
(No quiero estar así Tía. Me siento solo.)
Discutí con mi hermana por una tontera, pero la verdad es
que tenía mucho guardado dentro de mi que nunca le dije, y por eso estallé sin
razón al más mínimo remesón.
Aún no me disculpo con ella, por lo que se que estoy
apartado de Dios.
La oigo a lo lejos y siento desagrado. Se que eso no es
bueno tampoco, pero así de podrido estoy por dentro. Lamento y de hecho siento
que escribirle esta carta a usted es lo peor que se me ha ocurrido hacer en
estas últimas semanas, porque siento que contamino y ensucio con mi “lepra
espiritual” lugares lejanos a los que ni llego, pero si lo hago es porque aquí
no obtengo ayuda de nadie. Solo criticas.
La vida que tenía no me gustaba mucho, pero la vivía. Ahora,
pues, cada vez que oro Dios sabe de un pensamiento muy profundo que no cesa;
“Quítame ya, Padre.”
El libro el campo de la batalla de la mente lo leí tan
profundamente que comencé a ganar terreno, hasta que un día tras meditar en el
una tarde, comenzó un tremendo dolor de cabeza que no se detuvo. Deje de leer
por un tiempo y de entonces… la batalla creo que ya fue ganada. Pero no por mí,
no a mi favor.
Amanezco entre el sinsabor de un nuevo día sin significado.
Cada día casi sin falta veo y escucho testimonios de Charles Stanley, Yiye
Ávila o Bayless Conley. (Se que espiritualmente son gente con buena dirección y
enseñanzas) aún así, tiendo a animarme pero pronto me opaco. No se que más
hacer.
Para orar me faltan fuerzas, siempre oro solo.
Eso de “Donde estén dos o más congregados en mi nombre ahí
estaré” me es doloroso.
Siempre oro solo. La familia siempre en lo suyo propio.
Papá siempre en quehaceres o en el pc por largas horas, como
todos los demás, excepto mamá, que siempre esta afuera por trabajo.
Para Dios no se que clase de familia será, para mi familia
cristiana no es y me siento mal aquí. No por que me crea mas cristiano, nada de
eso. Pero no siento crecimiento aquí tampoco. Y desde el año pasado, a mediados
de año aproximadamente, me he vuelto casi indiferente. He perdido todos mis
amigos, no tengo quien venga a verme ni
a quién ir a ver.
Supongo que debería glorificar al Padre por apartarme
totalmente.
Pero quisiera al menos sentir su compañía en medio de esto,
en cambio…
Siento una soledad tremenda a la cual me estoy acostumbrando
amargamente.
Es un grito de ayuda. Uno que aquí todos ignoran.
Deje de fumar desde principio de año. He dejado varias
viejas malas costumbres… En vez de sentir liberación y gozo a veces me pregunto
¿Y de qué valió?
Obviamente no es un pensamiento cristiano… pero… me siento
muy mal.
Siento mucha pena. Mucha, mucha amargura día tras día.
Me da mucha vergüenza ser un “tontorrazo” de 26 años y ser
tan llorón, por que si, el llanto me consume una o dos veces al día sin falta,
y por las noches para que decir…
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