Cuenta una extraña leyenda familiar de que cuando eramos niños...
Nuestra hermandad fue inquebrantable, que eramos tan apegados, tan llenos de cariño...
Cuando mamá te mostro y dijo tu nombre yo lo repetí como haciendome la idea...
- Samuel...
Era mi nuevo hermano, uno al que protegueria de todo como hermano mayor, y asi fue. Con el tiempo nos metiamos en problemas y siempre lo defendia, pero aun asi el pagaba las consecuencias y yo me alejaba cada vez que lo veía llorar.
Entonces sentí que todo aquel que se me acercaba, terminaba mal... Asique asi me distancie, me volví arrogante desde su perpectiva, sin embargo desde la mia veía a mama deseando que no me le acercara mas... Y sin quererlo, un lazo fuertemente forjado fue roto... Al crecer algo sin precedentes ocurrió a uno de los hermanos... Y todo aquello desparecio... Y que como toda leyenda con el pasar de los años se convierte en mito...
Los niños se convirtieron en adultos y la hermandad se volvio algo comun y corriente...
El valor de cada gesto perdio sentido en tanto menos necesitaba uno del otro...
La divertida platica se convirtio en silencio y cada cual sigo creciendo con su espacio distantemente del otro... Asi el tiempo y el desinteres convirtio a dos hermanos en simples desconocidos...
Pero llegara el dia en que los lazos se unan nuevamente... En que el silencio se quiebre y se oigan risas... Que el tiempo siga su tiempo y el cariño mutuo emerja de su escondite... Ya que todo es quebrantable... Menos la hermandad!
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